martes, 7 de diciembre de 2010


"EN LA ACTUALIDAD, A TRAVES DE INNUMERABLES EXPERIMENTOS PSICOLOGICOS Y DE EXPERIENCIAS DE LA VIDA COTIDIANA, SE COMPRUEBA QUE EL HOMBRE, EN ESENCIA, ES UN ANIMAL IRRACIONAL Y QUE, CUANDO SE DEJA LLEVAR POR LA IRA O POR OTRA EMOCION INTENSA, CON FRECUENCIA, ES INCAPAZ DE RAZONAR COMO LO HACE HABITUALMENTE. ESTO IMPLICA QUE EL PODER DE LO EMOCIONAL ES MAS PODEROSO QUE EL PODER DEL PENSAMIENTO"

Elías Norberto Abdala - Médico Psiquiatra - Doctor en Medicina - Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología

Las emociones son procesos neuroquímicos y cognitivos relacionados con la arquitectura de la mente (toma de decisiones, memoria, atención, percepción, imaginación) que han sido perfeccionados por el proceso de “SELECCIÓN NATURAL” como respuesta a las necesidades de “SUPERVIVENCIA Y REPRODUCCION”. El ser humano es un ente complejo y rico en cualidades. Su nivel de desarrollo y evolución a lo largo de los siglos lo ha dotado de sistemas que no poseen otras especies animales y de capacidades avanzadas que le permiten acciones tan prodigiosas como escribir poesías, fabricar y mandar satélites al espacio, hablar varias lenguas o componer música, por citar algunos ejemplos. Uno de esos sistemas exclusivos que rige su pensamiento y su conducta, es “el emocional”.





Las emociones son experiencias muy complejas y para expresarlas utilizamos una gran variedad de términos, además de gestos y actitudes. Charles Darwin fue el primero en señalar que las emociones se desarrollaron, en su origen, con el propósito directo de preparar a los animales para la acción, en especial en una situación de emergencia. Este sistema de orientación tan rudimentario en los animales, es de gran utilidad para “la supervivencia”. Dicha regulación incluye el control de los gestos faciales de otras reacciones acompañantes, así como otros comportamientos más complicados que suelen aparecer cuando se produce una liberación del estado emocional como, por ejemplo, “golpear”. El riesgo de las emociones descontroladas es que no nos permiten medir las consecuencias de ciertas reacciones. La capacidad de distinguir las emociones personales tiene directa consecuencia sobre la probabilidad de que el individuo inicie un proceso de regulación: cuanto más hábil sea para diferenciar un estado interno y experimentarlo como una emoción, mayor posibilidad tendrá de regular esa experiencia. Saber lo que se siente de manera realista y verdadera no es algo fácil de lograr. Esto no traería mayores consecuencias si no fuese porque la emoción determina directamente todo nuestro comportamiento y el error nos sitúa en una posición de riesgo. Trastornos psiquiátricos como la ansiedad, el pánico y las fobias poseen una base genética. Una alteración en una región del cromosoma 15 constituye un factor de riesgo que predispone al padecimiento de la angustia que aparece en la tercera parte de los pacientes que acuden al médico.